Nocturno de Ibagué



Los gualandayes amargos
guardan silencios añejos en sus flores.

El canto de guitarras ancianas
es un espanto a medianoche.

Los muertos tocan tambores.

Pequeños cuchillos blancos
      entran en el pecho como colibríes.

Las noches de ámbar llevan grillos sempiternos.

Ya no existen las serenatas.

Alguien dobló las campanas de un monasterio abandonado.

Una mujer grita y reconozco el color de sus ojos.

Ha muerto alguien con una canción en la boca.
Se la han robado para venderla en el mercado negro.

Ahora sé porque los gualandayes se embriagan de silencio.

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