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Mostrando entradas de septiembre, 2012

La canción del poeta pobre

Se acabaron los billetes Y se agotan las monedas Menos mal que aún es gratis El billar de las estrellas. No habrán lujos ni trabajo Para el que escribe poemas Sus gustos no tienen precio Si es que quiere ser poeta Los pesares nunca faltan -Si es humano en esta tierra- Este mundo no es tan malo Y al poeta no le niega El licor de los ocasos en las tardes veraniegas.

Manifiesto de los novísimos poetas inmorales de principios de siglo

Escúpele a Dios en la cara, y no temas que se te devuelva. La consagración y la fe no se comparan con el placer que da la blasfemia y la herejía. El arte no se arrodilla ante nadie. La estética oficial aburre y es necesario retar al orden para que el arte nazca de un acto de valentía y no de complacencia. Esta época frívola ha corrompido el aura del arte; la gente oye a Chopin en los centros comerciales como música para ambientar las nuevas iglesias de la religión del capital. Los artistas son artistas porque salen en televisión. La gente compra cuadros abstractos para ponerlos en la pared del comedor. La santidad se ha ido con el resto de valores que corroyó a Occidente. Tan falsamente libre. Tan ingenuamente transgresora. Aquí ya no hay de donde agarrarse. Para lo único que sirven los ídolos es para injuriarlos, insultarlos, y romper sus estatuas. La gente quiere morbo, sangre, aberraciones, excesos, improperios, y se los vamos a dar hasta que se hastíen y comiencen a valorar al art

Enamorado

  El amor existe. Claro que sí. Es un problema tanto íntimo como de interés público. El amor ha llevado a que se desaten guerras, provocado miles de asesinatos y suicidios. En los registros de la literatura, la música y la pintura, el amor aparece siempre como un sentimiento bello y sublime, que conlleva a la tragedia y a la muerte en muchos casos.  Si algún poeta quiere lectores, escriba sobre el amor, el más universal, y moverá más masas que cualquier religión o partido político. Todo el mundo quiere amor, hasta el más misántropo ama su misantropía o otro misántropo como él. No se puede evitar, a menos que se extirpen las glándulas que produzcan las hormonas que generan el amor. Un hombre frío sin la dopamina debe sentirse miserable y hasta debe estar triste de no sentir el amor y la falta de amor también lo mataría, en todo caso el amor lleva al desastre. Pero no hablemos de sus incontables amarguras, ya lo sabemos, ya las hemos llorado, sino el por qué lloramos al amor, el por q

La caída de Venus

     La belleza clásica ha caído de su pedestal. Ha rodado cuesta abajo, por la falda del Olimpo. Se ha quebrado las costillas, se ha roto las dos piernas, se le han caído los dientes, la nariz se le ha torcido y ahora yace convaleciente en el suelo: magullada, desaliñada, sucia, herida, ensangrentada, horrible,  fea… Pero a mí me sigue  pareciendo bella. Su hermosura aún me cautiva como a un adolescente. Me encanta así, rota, quebrada, miserable, derrotada. Esa belleza que ya no es una vanidosa señorita que se contonea para que la vean, esa belleza que se sentaba en las piernas del poder para besar los labios grotescos del viejo tirano. No, esa belleza dejó sus vestidos de seda para revolcarse en el lodo de la inmundicia, para mancharse de la grasa de las fábricas, untarse de la sangre de las guerras y gemir en la  posesión de la carne sin escrúpulos. Ella me hace el amor con sus llagas encendidas. Me regala los orgasmos que evocan los ocasos. Me habla al oído, me grita cuando no l

Utopía

Si ser intelectual es ser un ídolo sobre un pedestal de papel, no quiero ser intelectual.  Si ser poeta es ser un pájaro ornamental que nadie entiende, entonces no soy poeta. Si ser político es ser un empresario de esperanzas, entonces no soy para nada un político. Si ser patriota es creer que esta tierra es mía, entonces no tengo patria. Si ser padre es proyectar mis sueños fracasados en un cuerpo que no es mío, entonces nunca tendré hijos. Si ser religioso es una fuga del mundo para someterme a la voluntad de un jerarca, entonces abandonaré todo templo. Si amar es poner grilletes en el corazón de otros, nunca me enamoraré. Si ser humano trae consigo un hambre feroz para devorarlo todo y no compartirlo con nadie, entonces no soy un hombre. Estoy comenzando a ser una utopía.