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Mostrando entradas de octubre, 2012

La noche en que el mundo conoció a Onel López Vasco

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    Extrañamente esa noche no llovió en Manizales. La luna salió de fiesta y algunas estrellas salieron a verla. El poeta no había querido salir a leer esa noche. Se negaba a exponerse públicamente como una estatua. Supongo que no quería que lo igualaran con los grandes poetas que ha leído o que lo identificaran con un poeta oficial de esos que salen en las fotografías de los diarios tomando champagne con el obispo o con el alcalde. Yo lo animé junto con el resto del grupúsculo de poetas nóveles que estábamos ansiosos por leer lo que traíamos en el bolsillo. Había traído algo de alcohol para perder un poco el raciocinio y oímos atentos a los que pasaban a desenvainar los versos que habían fulgido con tanto esfuerzo. Yo también creía que Onel debía subir al escenario, enfrentar a su público, al lector al que imagina cuando escribe y expandir el rayo de su voz para hacer temblar la tierra y las consciencias.  Pero aún estaba muy temeroso, vaciló bastante para decidirse pasar adelante

No entiendo de tratados

Yo quiero el maíz de Caldas y de Antioquia. La papa criolla en las manos sucias del campesino boyacense, El azúcar sacado de la caña cortada por un negro alto y bembón. Yo quiero las flores de la sabana, preservadas por el frío de las madrugadas antiplanenses. Quiero el arroz cultivado bajo el ardiente sol del Tolima, en ese Espinal glorioso donde nació el Bunde. Quiero el banano de Urabá, el mangostino de Mariquita, la yuca de Cajamarca, y la carne roja del Meta. Quiero ver la cebolla fresca en la plaza de mercado,que me la venda una señora con sombrero, que le vea en las manos la dureza de la limadura al tomar el azadón y arrancar la raíz, las arrugas del trabajo en la frente, la gota de sudor en la sien, el acento vernáculo de la montaña,del antepasado cantando un bambuco a la orilla del río. Quiero el sabor de las cordilleras,de la costa caribe con sus tambores y sus gaitas, quiero el sabor negro del mapalé en mi pescado, quiero el calor de la

Indignado

Me advirtieron que no fuera Pero seguí adelante. Me cordón umbilical me retuvo, lo corté con los dientes. Me cerraron la puerta del aula. Me salí por la ventana. Nadie decidió llevarme Yo seguí a pie. Nunca paré. Estaba indignado. Alguien me tapó la boca Y grité en silencio.  Me pusieron los escudos enfrente Y los atravesé porque soy una roca. Porque ardo en una botella. Me quitaron el oxigeno Y aguanté la respiración. Nunca paré, Nunca cedí Estaba indignado. Algo más fuerte mi mismo me empujaba. Así que me golpearon Me apuntaron con un arma. Creyeron que eso era suficiente para frenar mis bríos Supusieron que el miedo sería mi dique Pero yo seguí.  Y la bala no detuvo mi paso.

Sano y salvo

La calle está cerrada. Las tanquetas están aparcadas en cada una de las esquinas. Hay un tenso sabor a guerra en las nubes. Un presentimiento silencioso de explosiones. Todos sabremos para qué son las botellas. Vinagre. Leche. Piedras. Luego pasará lo que todos sabemos Hoy, por fortuna, regreso sano y salvo.    

Democracia

Democracia, todo el mundo me habla de ti como de un héroe. La gente te defiende y ha muerto por ti. Incluso te nombran para hacer la guerra y muchos han muerto sin saber de ti. Democracia, incomprendida como un poeta No sé si has existido alguna vez, Pero sé que eres posible, Que vives en algún lugar, escondida, ocultándote, pero viva. Por eso la gente te presiente, y también te buscan porque te quieren matar. Democracia, Democracia, Democracia ¿Dónde estás?

Resaca

Cuando me enamoro comienzo a tambalearme, tengo que sostenerme en los muros, vomito en los postes y gateo para subir las escaleras. Trato de recordar la hora y el camino para llegar a casa. No puedo mantener conversaciones y a veces me quedo dormido en mitad de una plaza. Evito las peleas y a veces me vienen las lágrimas. Cuando me enamoro Me voy mareado a la cama, me duele la cabeza, y me pesa la mañana. los labios se me secan y amanezco con ojeras y con golpes de la nada. El bochorno me aprieta, La luz quema mi alma, Me oculto en la entrepierna Y abrazo una almohada. ¡Bebe siempre, bebe! ¡De todos los besos que haya! Solo con otro trago se curan las resacas.