Manifiesto de la Tertulia de los novísimos poetas de Manizales de principios de siglo al guaro.

¡Levanten las copas, compañeros!
Es hora del explosivo brindis.
Nos abunda la juventud y la arrogancia,
Podemos multiplicar los panes y los peces,
Tornar el agua en vino como lo hizo Jesucristo para emborrachar a sus contertulios.

Por la poesía que crece como la maleza en la boca de nuestra frívola generación,
Por los buenos polvos que la noche prodiga y la luna bendice,
Por nuestros padres que han sido los únicos culpables del crimen de nuestra existencia,
Por nuestra educación que cada día nos aburre más y nos obliga a crear nuestras propias escuelas del ocio,
Por el capitalismo que, tarde o temprano, se tendrá que dar un tiro,
Por la patria destrozada y puta de la que somos hijos bastardos,
Por la pobreza ascética de nuestra vestimenta
Y la riqueza inútil de nuestras ideas,
Por la soledad y la locura que siempre están dispuestas a darnos una mamada,
Por la vida endemoniada que baila al ritmo de Richie Ray y Bobby Cruz
Y por la muerte, la muerte, la muerte que estará presente detrás de la puerta.

Quiero ver copas enhiestas y ardientes como antorchas,
Esto debe ser el éxtasis del fin,
Sintámonos la última prole de la historia porque el futuro no nos cabe en los bolsillos.
¡Fondo blanco!
Nadie de un paso atrás, ni respire,
Todos deben sacrificar su hígado al grito barbárico de ¡Guaro!

Onel López Vasco, fiel amigo mío,
Reside el confite de vampiros,
Desnuda a Baudelaire,
Abrimos sus páginas amarillentas
Y bebemos su sangre emponzoñada
Y sus poéticas vísceras de siglo XIX.

La fábrica de porros no para, 
Uno tras otro salen de las manos proletarias de expertos fumadores de marihuana
Que nos proveen de las más admirables proezas de arquitectura.

Somos puertos que expelen humo verde,
En los muelles esperan mujeres solas, maricas camuflados y suicidas sin un arma.

Remolinos de licor revuelven nuestras cabezas hasta vomitar la noche y ser libres.

Tocarán hasta la madrugada.
El rock and roll se acabará los cigarrillos.

La niña Katherin tendrá que despedirse temprano para escapar de los vicios de estos caballeros
O sino saldrá convertida en una lechuza desnuda o en la calabaza que Cenicienta robó a su madrastra.

No nos cansaremos de cansarnos, agotaremos las canciones o nos agotaremos nosotros mismos.
Queremos devorarnos todas las épocas de una sola mordida.

Lo queremos todo y sólo podemos cagar nada
Limpiarnos con un poema de toilette de un vocabulario seductor para pagarle a las putas.

En todo este bullicio que somos
Y que deben odiar los vecinos,
Juan Felipe, el músico, nos consagrará con su silencio,
de este sacará las notas más cortopunzantes para apuñalarnos el alma.

Estaremos tan borrachos que no oiremos a la policía
Tal vez ciegos, desnudos junto a los gatos,
Moribundos de delirium tremends a causa de un licor adulterado que haya cometido adulterio con nosotros,
¡Tan jóvenes! ¡Tan inocentes!

Entonces, todos callaremos,
Abriremos los oídos para escuchar el epitafio de cada uno.
El pastor Johan Henao se colgará de su corbata roja
Para levitar unos cuantos minutos del suelo,
Nos leerá algo sacado de su baúl donde guarda también sus cigarrillos extraños y baratos
Se fumará sus poemas hasta consumirse los dedos y las manos
Y luego desaparecerá sin despedirse.
El "Member" no olvidará a Rimbaud que estará rompiendo las porcelanas y las botellas,
Juan Pablo arderá en su propia libido de volcán
Y yo me arrastraré en la alfombra y jugaré a ser una sombra entre las colillas de cigarrillo,
Cantaré en francés, en mi mal francés de poeta latinoamericain
Y me desapareceré del mundo hasta por cinco mil años.

Valencia masturbará a una mujer de seis cuerdas,
La tendrá en sus piernas
Y le hará venirse lentamente ante nosotros,
Permitiéndonos ver el riachuelo melódico que saldrá de su vientre oscuro.

Iremos a más 150 km por hora hacía una mañana tan pesada como la historia,
Laura Xime, nuestra Venus pesimista, se sacará los pechos por la claraboya
Y repartirá besos a los árboles sin nombre que no mienten
Y que esperan en las avenidas.

Pero la que debe temblar Manizales,
No te podrás esconder, monja mojigata,
Te arrebataremos el hábito como sátiros,
Te violaremos los templos,
Te penetraremos las cantinas
Y oraremos en tus burdeles.
Asaltaremos a tus ciudadanos
Escondidos en la niebla cómplice,
Vagaremos por la Avenida Santader de arriba a abajo,
Una y otra vez,
Otra vez y una
Y te haremos el amor en un parque.

No nos piden modales porque no los tenemos,
Nuestra moral es una antimoral,
Nos encanta el sexo on the rocks,
Hablar mal es nuestra gramática,
El desorden nuestro orden,
Odiamos la televisión y la Iglesia
Por elegir drogas más poderosas y menos vulgares,
Ansiamos destruir para crear utopías de arena que las borrará el mar o el viento.

Renunciamos a todo apocalipsis
Y elegimos el fracaso como posibilidad,
Somos felices sabiendo que no hay metas que romper
Ni cumbres que alcanzar,
No estamos compitiendo con nadie,
No esperamos nada
Y no queremos que esperen algo de nosotros
(O que esperen lo peor para que no se sorprendan)

Nuestros amigos están todos muertos,
Vamos al cementerio a beber con ellos;
Le arrancamos las flores negras a Julio,
Sacamos de la paz de la nada a Pessoa,
Blasfemamos con Gonzalo Arango
y con el maestro González Ochoa.
Bukowsky está aún ebrio,
Hemos encontrado el cadáver de García Lorca.

Lectores empedernidos,
Empedernidos borrachos.

Oímos a Chopin
Sin denigrar de Rock o del Tango.

Ateos y vitalistas,
Rebeldes y algo vagos,
Nietos de existencialistas,
De religión nietzscheanos,
Hijos de los nadaístas,
Los panidas como antepasados.

Brindaremos por nosotros,
Brindaremos por lo alto.
Óigase en el infierno este desesperado coro
de la poesía con la que nos embriagamos:
¡Guaro, guaro, guaro!










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