Manifiesto de los novísimos poetas inmorales de principios de siglo

Escúpele a Dios en la cara, y no temas que se te devuelva. La consagración y la fe no se comparan con el placer que da la blasfemia y la herejía. El arte no se arrodilla ante nadie. La estética oficial aburre y es necesario retar al orden para que el arte nazca de un acto de valentía y no de complacencia. Esta época frívola ha corrompido el aura del arte; la gente oye a Chopin en los centros comerciales como música para ambientar las nuevas iglesias de la religión del capital. Los artistas son artistas porque salen en televisión. La gente compra cuadros abstractos para ponerlos en la pared del comedor. La santidad se ha ido con el resto de valores que corroyó a Occidente. Tan falsamente libre. Tan ingenuamente transgresora. Aquí ya no hay de donde agarrarse. Para lo único que sirven los ídolos es para injuriarlos, insultarlos, y romper sus estatuas. La gente quiere morbo, sangre, aberraciones, excesos, improperios, y se los vamos a dar hasta que se hastíen y comiencen a valorar al arte no como a una puta sino como a un deber que hay que mirar y escuchar... Porque hay que sentir, sentir el dolor para rechazarlo y luchar por algo menos indignante que este basurero que llamamos civilización. Si habrá que recordarles su pasado animal a los hombres, lo haremos para que retornen al simio y volvamos a los árboles.

Dios tiene calzoncillos y mea y caga y se masturba como nosotros, porque está hecho a imagen y semejanza del hombre. La virgen María era ninfómana y su lujuria era tan desbordante que la arrastró a la zoofilia y le hizo el amor a una paloma. 

Si no encuentras el sentido en la vida, si Dios ha muerto, entonces que reine el diablo, y ojalá sea el diablo del Carnaval de Riosucio. Porque a nosotros nos exalta la rebeldía, nos enciende el fuego de toda revolución, nos libera un insulto, nos excita una diatriba, nos hace tan humanos una perversión. Eso es lo único que perdura. Por eso perviven  los escritos clandestinos -¡Míralos como arden en la hoguera de la censura y son escondidos debajo de los colchones!

Nosotros, los artistas de la inmoralidad, nos encanta ver el rostro del pudor desfigurado, de la fe maldecida y de la ley rota. Porque los artistas somos destructores, y sobre las ruinas construimos la nueva casa del mundo. El arte nace peleando desde el vientre, el arte es una gran revolución y los artistas su chusma iracunda que se toma el palacio.



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