También los poetas

Los poetas también somos esclavos de los formatos burocráticos,
perdemos el tiempo para escribir poemas haciendo fila para pagar las facturas,

A los poetas también nos mandan a la guerra
y nos obligan a ponernos uniformes.

También naufragamos en las masas obreras para llegar a salvo a nuestras buhardillas, 
que no son como las de los poetas malditos,
nos conformamos con una humilde bodega en donde poner nuestros libros.

Los poetas también enviamos hojas de vida, sin ningún verso, escuetas,

en donde fingimos ser ciudadanos de bien
porque sino trabajamos no podemos sostener nuestra borrachera.

Los poetas también votan en las elecciones y también se abstienen.


Los poetas también firman con su nombre de pila documentos y certificados.

También son rechazados, también son acosadores, también van en búsqueda de aventuras casuales,
 también son adictos al porno y también se desenamoran.

Los poetas también mueren sin dejar testamentos.

También se cortan las uñas, 
se arreglan el cabello,
aunque algunos prefieran lucir huraños, no dejan de querer ser observados, de atraer las miradas y seducir espectadores por si alguien quiere oír a solas sus poemas más amados. 

Los poetas se levantan tarde, desayunan tarde, llegan tarde y son noctámbulos.

Estos poetas no se niegan al cliché de adoptar un gato. 

Tan anodinos son los poetas que puedes levantar una piedra y encontrarlos,
en los parques, en las bibliotecas, en las cantinas y en los santuarios.

Y aunque ya nadie los necesite, ellos se resisten a desaparecer,
aunque los quieran rematar a balas, ellos combaten tozudos desde esa inocente barricada que con esquivas palabras han levantado.

Quién sabe si algún día piensan rendirse,
hartos de ser incomprendidos,
porque cada poema los deja vencidos, cada verso los deja agotados,
¿quién sabrá si algún día se cansarán de competir con la frivolidad de los espectáculos?
Si simplemente dejarán sus lápices y sus libretas dormir para entregarse a la anestésica rutina de quienes venden el alma para ser recompensados.

Pero, mientras no se ahoguen en la desesperanza que los turba,
mientras sigan negándose a acostarse temprano, a pesar de tener que madrugar a ponerse sus grilletes,
mientras sigan buscando embriagar esa estricta razón que los contiene,
mientras la soledad siga siendo el templo profano en donde el poema crepita de goce pagano.

También los poetas se mantendrán entre nosotros, como demonios, librando en su intimidad ese eterno conflicto para nombrar al silencio.

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