No merecemos estas tierras

Vivo en un territorio hermoso, lleno de paisajes inigualables que enaltecen el espíritu de quien se siente parte de esto.
El agua abunda en todas sus formas, el verde es una celebración a la vida a donde quiera que fijes la mirada y te pierdas entre las hojas.

Habitamos hermosas montañas sagradas que constituyen la esencia de nuestros recuerdos más íntimos como colombianos. Los ríos surcan todas las regiones como venas que irrigan un cuerpo. Los mares bañan paradisiacas playas adonde no llegan los huracanes.  Habitamos con muchas especies de animales que antes eran adorados como dioses, entre jaguares, pumas, dantas, caimanes, armadillos y millones de mariposas que parecen salidas de un bucólico sueño, además de miles plantas que con sus frutos han extasiado nuestros paladares para calmarnos la sed, plantas poderosas que nos han curado por siglos y que se visten de coquetas flores que han sido el amor más grande de los jardines de nuestras abuelas. Este es un bello lugar del planeta, sin lugar a dudas, un oasis de selvas, playas, nevados, valles y desiertos, un escenario único en el mundo...    que no merecemos.

Nuestra riqueza ha sido nuestra maldición, unos cuantos han acaparado más del 80% de esta tierra incalculable, toda la tierra fértil ha sido secuestrada para cultivar una sola especie para drogar al planeta ya sea con azúcar o cocaína, han llenado lo que antes era bosque con vacas para suministrar una dieta a base de sufrimiento, han pavimentado para seguir ampliando ciudades que son fábricas de smog, hemos abierto las montañas para sacarle sus entrañas convirtiéndolas en profanados templos sin vida; hemos llenado los ríos de nuestra mierda, de mercurio, cianuro y plaguicidas, los hemos asfixiado con represas hidroeléctricas para iluminar las falsas promesas de anuncios comerciales, pocos son los ríos que aún tienen peces, pocos son los venados y cóndores que antes habitaban estos sublimes y sagrados territorios de Chibchas, Caribes, Nasas, Kamëtsa, Ingas, Quimbayas, Koguis,  Wayuus, Nukaks, Emberas y miles de pueblos hijos originarios de estas tierras que hoy están perdiendo sus lenguas y sus culturas para ser desplazados por las balas de quienes viven para matar y enriquecer a quienes no quieren compartir la tierra porque aún creen que es de ellos.

 No merecemos esta tierra, ni estos ríos, ni estas montañas, ni estos cielos, aunque haya gente hermosa que los defienda, gente bellísima que nos recuerdan que la vida es un fiesta para estar alegres y compartir esa alegría con quienes hacen del amor una comunión, pero también a esas personas se las mata, se las viola, se las tortura, se las descuartiza, se las desaparece, dejándonos en el alma una herida abierta que no se cura por sus injustas y dolorosas muertes.

 Por eso no merecemos estas tierras, ni estas aguas, ni estos cielos que han llamado Colombia, tierras, aguas y cielos que anteriormente debieron de tener otros nombres menos cargados de sangre, como el nuestro, que tiene el nombre de los invasores, de aquellos que pusieron sus pies calzados en estas tierras para heredarnos esta desgracia de fracasada sociedad en la que vivimos.

No merecemos estas montañas, ni estos ríos, ni estos mares, ni estos cielos, no los merecemos si piensas que Colombia es un país un país rico para ser explotado, si crees que debemos talar más árboles para construir edificios y carreteras sin pensar que cada árbol es un hogar, una fuente de sombra, aire y alimento, si crees que los ríos son los contenedores de nuestra basura y las fosas comunes adonde van nuestros mártires, no merecemos estas tierras si privilegiamos la comida tóxica que traemos empaquetada de afuera en vez de cultivar los alimentos que estos campos pueden parir sin esfuerzo. No merecemos estos cielos que contaminamos con nuestras industrias y nuestros autos, no merecemos vivir en este hogar si no nos importan quienes mueren defendiendo el río, la montaña, la laguna. Si crees que tu patria es una bandera y no la tierra de la que estas hecho, si crees que es más importante defender el negocio privado de hombres poderosos que nos han quitado la tierra en vez defender lo que no es de nadie sino que se comparte con todos.

No merecemos estas tierras, ni estas aguas, ni estos cielos y nunca debimos haber nacido en ella.

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